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Salud y el Circo Contemporáneo

Fecha: Lunes 23 de marzo 2020.

Autor: Roy Gomez Cruz (Mexico) Doctorado en el programa de Performance Studies en Northwestern University en Chicago, EE. UU. Su investigación aborda etnográficamente comunidades de circo contemporáneo en Canadá, Estados Unidos y México para examinar la relación entre la escena circense, el trabajo artístico y la identidad profesional. Actualmente, trabaja con artistas y colectivos de circo nacionales e internacionales para crear plataformas culturales de colaboración y producir contenido creativo. Roy combina la creación musical y la actuación artística con la producción y difusión de conocimiento critico sobre las artes circenses a través de la gestión cultural y la comunicación estratégica.

Exponentes: Pablo Díaz Collao (Chile) Comenzó la práctica de circo en el año 2004 en los talleres del Circo del Mundo. Especializándose en acrobacias de suelo y ha continuado su formación en talleres y cursos de distintas áreas del movimiento como la gimnasia, acrobacia circense, capoeira, artes marciales, danza contemporánea/moderna y danzas urbanas. Ha participado de compañías de danza contemporánea y urbanas como "Groovelovers" y "Colectiva Chillkatufe". Como artista circense ha presentado en Variettes de circo contemporáneo y en temporadas de circo tradicional en la técnicas de acrobacia y danza, además fue tallerista en las convenciones nacionales de circo y de la Araucanía. El año 2017 obtuvo el título profesional de Kinesiólogo (Universidad Andrés Bello) donde actualmente está cursando el magister en Terapia Manual Ortopedica. Actualmente complementa su formación como artista circense, bailarín y kinesiología, tanto con fines artísticos como terapéuticos, los cuales entrego como docente y kinesiólogo de la Escuela Preparatoria de Artes Circenses (EPAC) en el centro Elevarte Circo - Yoga.

No. Participantes: 16 personas aproximadamente. Acompañándonos en diálogo y reflexión, nuestra meta es tender puentes entre fronteras nacionales, crecer como red e impulsar el acceso al conocimiento y la difusión de información confiable. Haciendo comunidad, queremos reducir la distancia entre la teoría y la práctica circense. Más que un resumen, este texto recoge las reflexiones grupales de la charla del 23 de marzo sobre circo y salud desde mi propio entendimiento. No pretende entonces agotar todas las reflexiones compartidas generosamente por el grupo, sino dar constancia de algunos ejes de diálogo y continuar con la discusión.


 

Link de la charla:

 

Diapositiva sobre el enfoque integral al tema de la salud y el circo latinoamericano. Autor: Pablo Díaz Collao



Desde Santiago de Chile, Pablo Díaz Collao, artista de circo y especialista en kinesiología, moderó la charla. Ante la crisis de salud y desinformación (o de saturación de información) que parece atravesar el mundo, el tema no podría ser más pertinente. Además, vinculado al circo latinoamericano, la salud es una cuestión particularmente complicada dada la inseguridad y vulnerabilidad que enmarca el entrenamiento de circo y su producción en este lado del mundo Personalmente, en dos horas de diálogo colectivo aprendí muchísimo más sobre salud que en las incontables horas que he malgastado navegando un mar de contradicciones, alarmismo y banalidades que inunda mis redes sociales a propósito de la contingencia actual de salud. Y es que de Pablo aprendí una idea sumamente potente: el empoderamiento de mi salud. Quizás para profesionales de disciplinas terapéuticas o de prevención y manejo de lesiones esta idea les sea más familiar. No para mí. En mi experiencia, las discusiones sobre salud en el circo casi siempre se enfocan al tema del seguro médico y por lo tanto sobre qué protecciones existen cuando ya existe una lesión o cuando lamentablemente ya ha habido un accidente o infortunio. Aunque el seguro médico es un tema crucial como derecho al que todas y todos los artistas de circo deberían tener acceso, la gestión de nuestra salud requiere de mayor comprensión y de mucho más compromiso.

A mi entender, la idea del empoderamiento de mi salud precisamente se trata de generar este compromiso. En la charla comprendí que la salud de mi persona (mi salud) está intrínsecamente ligada a la salud de los demás (mi familia) y de mi entorno (mi comunidad). Por lo tanto, la salud es una responsabilidad compartida. Requiere de mi compromiso con acciones continuas y estratégicas. A primera vista esta idea puede parecer obvia .Sin embargo, su aplicación en la realidad es más bien difícil y compleja. En un mundo de contradicciones y de extremos, unas personas se preocupan muy poco por la salud de los demás gracias a que gozan de privilegios mientras que otros carecen completamente de acceso a la salud o a información confiable para cuidarse a sí mismos, mucho menos a los demás. Y aún así, diariamente tomamos acciones que consciente o inconscientemente promueven nuestra salud o, al contrario, van en su detrimento. La clave está entonces cambiar nuestra forma de entender este concepto y tomar cargo de las posibilidades reales que tenemos a la mano. Para lograr identificar estas posibilidades, Pablo nos invita a pensar en tres áreas muy importantes: evaluar, diagnosticar y ejecutar. Sin una idea clara las acciones que ya ejecutamos, ¿cómo podríamos mejorar su eficacia? Vale la pena entonces mejorar las formas de evaluación y diagnóstico de nuestras propias prácticas y desde ese lugar de conocimiento/empoderamiento ejecutar acciones concretas. ¿Qué acciones afectan positiva o negativamente a tu salud en los espacios de entrenamiento o trabajo en que te desempeñas? ¿Qué acciones ejerces ya y quizás sin pensar que contribuyen positivamente a la salud de tu entorno? ¿Qué situaciones de riesgo dejas pasar aun cuando te dan mala espina, temor o preocupación?

Al avanzar en la discusión, el grupo respondió activamente a los cuestionamientos de Pablo ilustrando con ejemplos y experiencias propias, haciéndonos ver que cada contexto es diferente y determinante. Aunque hay modelos más eficaces para la gestión de la salud del gremio circense, por ejemplo en Francia, Montreal o Bélgica, la condición particular del circo en Latinoamérica nos obliga a reflexionar y tomar acciones desde nuestras realidades particulares y específicas. Las problemáticas sobre salud y circo abundan en países latinoamericanos. Por ejemplo, en México, compañeras han experimentado una falta de interés y seriedad de parte de artistas de circo por participar en programas puntuales de capacitación en estrategias de salud y prevención de lesiones. En Chile, algunas escuelas y universidades han podido brindar seguro médico a tropas circenses—un modelo que podría replicarse para aprovechar los recursos de instituciones educativas—sin embargo, la gran mayoría de artistas de circo no están afiliados a centros y programas educativos y hacen circo en franca vulnerabilidad.

En otras latitudes, compañeros han presenciado accidentes aparatosos y desafortunados en escenarios. En esos casos, la respuesta de atención médica primaria se reporta como visiblemente lenta e ineficiente para una situación en que los recursos de atención y/o el personal médico son vitales. Los problemas son muchos en Latinoamérica y van desde espacios de entrenamiento de circo sin protocolos de seguridad básicos, por ejemplo, de rigging y montaje, y sin vínculos con personal profesional de la salud. Estas situaciones se agravan por la deficiencia estructural de las instituciones de salud (más allá del circo) y el abismo que separa las pólizas de cobertura del seguro privado y la realidad de la práctica circense, además del gran desconocimiento del riesgo que implica hacer circo y de cómo gestionarlo eficientemente. Como expresó Pablo en algún punto, “los profesionales de la salud deben de salir de sus oficinas y conocer la realidad del circo,” un pensamiento que cabe no solo para el ramo circense sino para muchos otros contextos de vulnerabilidad.

Rescato también un punto que se trató en la charla y que me parece sumamente importante para pensar la realidad del circo. Una creencia muy popular sobre la identidad del circo (lo que hace al circo, circo) es la búsqueda técnica y artística por transgredir, sobrepasar y trascender los límites del cuerpo humano. Sin duda es un tema al que ya se le han dedicado tesis, investigaciones y reflexión. En el corazón del circo parece estar la proeza física: llevar al cuerpo más allá de sus propios límites. Compañeras compartieron ejemplos de como esta mentalidad atraviesa muchas actividades del circo. Por ejemplo, los estudiantes de circo llevan las cicatrices, quemadas y moretones como marcas de orgullo, una suerte de “marcas de guerra” en una mentalidad militar. No es raro que artistas profesionales de circo se lesionen de gravedad y aún así decidan continuar y terminar el espectáculo. Es común, compartieron una compañera, sentir una presión en clases de circo por hacer trucos o tomar acciones riesgosas a las que quizás aún no se está preparada a ejecutar. Es común sentir frustración y una vorágine emocional al no conseguirlo. Así pues, parece existir una tensión entre los aspectos positivos de la mentalidad circense que ayudan a superar temores y sobrepasar los propios límites y su contraparte negativa al hacerlo de manera inconsciente y con alto riesgo de lesionarse. Con apoyo de las ideas centrales de la discusión, ¿qué responsabilidad tenemos al promover esta mentalidad, de qué forma los estamos haciendo y cuáles son sus consecuencias? ¿Bajo qué valores y mediante qué recursos nos dedicamos a la enseñanza o producción de circo, ese que hacemos día con día? ¿Con que herramientas contamos para evaluar y diagnosticar la salud de nuestras prácticas y asegurar mi protección y la de mi entorno? 

Para finalizar, “el circo no es salud,” expresó un compañero durante la charla. Me quedé pensando en esa frase. Es una idea provocadora que nos invita dar a un paso atrás y reflexionar, ¿qué entendemos por salud desde el circo y más allá del circo? ¿Cómo impacta el concepto que tengo de salud en promover la salud de mi persona y de los demás? ¿De qué maneras soy responsable de la salud de mis entornos circenses, en conjunto o inclusive más allá de las instituciones? ¿Quién toma las decisiones en estos espacios y qué herramientas tengo para evaluarlas y cuestionarlas si es necesario? ¿Qué ejemplos hay de compañías o espacios circenses comprometidos con prácticas saludables? En respuesta esta última pregunta, el grupo compartió casos de compañías que practican la salud como responsabilidad compartida. Uno de estos ejemplos se puede resumir en la frase, “tu dedo es mi dedo,” es decir, tomo responsabilidad de mi salud y de la tuya porque al final de cuenta son la misma cosa. En el circo, el cuerpo es el instrumento de trabajo y ese instrumento es responsabilidad de todos.

Es importante desarrollar un plan de acción desde lo individual y lo colectivo, sobre todo para promover la prevención, el cual sea claro, comprensible y ejecutable día a día por los artistas, docentes y las instituciones. Para esto es necesario tener en cuenta que una lesión no solo puede ser física, sino mental, psicológica y emocional. Bajo un concepto más amplio de salud, será entonces posible desarrollar las habilidades para atender y guiar prácticas correctas. Es necesario hacer hincapié, como mencionaba Pablo, en fomentar los conocimientos básicos de anatomía, biomecánica, nutrición, psicología del ejercicio y la autoeducación. Rescato esta frase para nuestro día a día “La salud al circo y el circo a la salud “.

Gran agradecimiento a Pablo Díaz Collao por sembrar esta semilla y preguntarnos ¿cómo desde tu área específica aportas al desarrollo de la salud de las personas y los espacios de circo? Gracias también a todos los participantes del grupo por demostrar que la salud aún en tiempos de crisis tiene muy poco que ver con lavarse las manos.


Por Roy Gomez Cruz. Edición: Julia Sánchez y Adán Salinas


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